La comisión técnica de Tecnologías Financieras y Emergentes en el Colegio organizó el 10 de marzo la plática Criptoactivos: aspectos contables y fiscales con las participaciones de sus comisionados Christian Pérez Carreto, Yair Kershenovich Tavel (expositores) y Andrés Carrera Cué (moderador y coordinador del evento).
Las exposiciones se dividieron en dos partes, la primera, se abordaron las definiciones generales, entre las que destacó el tema de la NIF C-22, Criptomonedas. La segunda, se trataron los aspectos fiscales y contables de los criptoactivos.
Christian Pérez se enfocó, entre otros temas, en la NIF C-22, pues es la norma financiera que define a los activos virtuales como un activo digital basado en códigos encriptados en forma electrónica y que se utiliza como medio de pago, intercambio o venta.
En tanto, Yair Kershenovich Tavel abrió su intervención al poner como contexto que el Bitcoin nace a partir de la crisis financiera hipotecaria en EUA.
“El gobierno de EUA decide imprimir más billetes para meter en circulación, lo cual motiva a que un grupo anónimo se reúna y bajo el seudónimo Satoshi Nakamoto propone una forma de manejar la economía de una manera descentralizada, planteando puntos como el de un sistema digital en el que compara a esta solución con una especie de oro, pero digital, donde las personas podrían guardar valor, tal cual como el oro, e inclusive hacer trading por otros bienes”.
En ese sentido, Kershenovich Tavel mencionó que el concepto de blockchain para tener todo esto transparente y visible para todos, al igual que el oro, para que no sea centralizado, debe de ser escaso y bien distribuido para que no pueda existir una entidad que controle el mercado, por lo que surge la idea de la minería como medida de distribución descentralizada.
Sobre los aspectos fiscales y contables de los activos virtuales se comentó que aún no existen regulaciones precisas que definan lo que ha de considerarse como criptomoneda para efectos fiscales y cuáles serían las disposiciones específicas en materia del Impuesto Sobre la Renta (ISR) e Impuesto al Valor Agregado (IVA) al minar (procesos para validar y procesar las transacciones de una criptomoneda), comprar y usar las criptomonedas para el pago de bienes o servicios.
En torno a este punto se habló de las diferencias en el tratamiento fiscal de un activo y una moneda. En el caso de la moneda, ésta no genera IVA y se devenga la ganancia o pérdida cambiaria.
“En cambio, el activo causa IVA, a menos de que esté expresamente establecido que es exento; tiene efectos fiscales al ser transmitido y se puede generar un ingreso cuando se pague un bien o servicio con dicha criptomoneda”.
Correspondiente al tratamiento fiscal se dijo que en México ya se cuenta con una norma financiera que establece los lineamientos del uso de las criptomonedas, los gastos generados en su minería y el tratamiento contable, para ello, se habló de tres temas: Minería, trading y pago de bienes y servicios en criptomonedas.
“En el país se puede obtener criptomonedas a través de la minería, de acuerdo con la Ley del Impuesto Sobre la Renta [artículo 16.°] y el Código Fiscal de la Federación [artículo 17.°] o a través del trading, que es la compraventa de activos cotizados con mucha liquidez de mercado (acciones, divisas y futuros) y que se refiera a un mercado electrónico, según la LISR en su artículo 8.° y del Reglamento del ISR, artículo 11.°; o bien, por pago de bienes con criptomonedas [artículo 18 de la LISR]”.
Kershenovich Tavel cerró su intervención con una serie de conclusiones como que hoy en día la autoridad no se ha pronunciado hacia un tratamiento fiscal específico en materia de criptomonedas, y que para la legislación mexicana las criptomonedas son consideradas como activos y no como monedas.
“Los ingresos por minería se generan al valor de mercado del momento de la recepción o de avalúo y se pueden deducir los gastos estrictamente indispensables para la operación y que los ingresos o pérdidas por compraventa de criptomonedas se generan al realizar la venta de los mismos y se considera el valor de compra como costo”.
Por último, dijo que la enajenación de una criptomoneda por una persona física es un evento gravable.
"A diferencia de las personas morales, las personas físicas no requieren de un avalúo para determinar el ingreso. El pago por la adquisición de un bien por una persona física con una criptomoneda califica como una ‘permuta’ […] y que se genera un IVA al hacer transacciones con residentes nacionales".
Eventos recientes
La ética profesional es un aspecto para considerar en el desempeño de la Contaduría Pública; con el fin de enfatizar en su importancia, el 12 de marzo se presentó en el Colegio el curso Pensamiento crítico y escepticismo en la ética del contador público, coordinado por Martha Patricia Pérez Romero Delgado e Irving David Beltrán Calderón, integrantes de la comisión de Ética y Responsabilidad Profesional.El evento contó con la participación de tres expositores: Francisco Alejandro Segura Chaparro, socio en Brughera & Jaramillo, S.C.; Francisco José Sánchez González, socio en Sánchez Márquez, Sánchez Mejorada y Ramos Cárdenas, S. C.; y C.P. y M.A. Sergio Sánchez Arciniega, integrante de la comisión técnica SE Contraloría Financiera.Para comenzar, Francisco Segura comentó que la contaduría no es un trabajo privado, ya que involucra a otras personas y repercute en la sociedad. Por ello, es fundamental la existencia del Código de Ética Profesional, ya que sirve como una orientación para la toma de decisiones profesionales. En sus palabras, es importante comprender que la ética no cambia, ya que el bien y el mal no lo hace; pero el contexto donde las acciones se toman evoluciona, por ello es fundamental entender nuestros entornos para transformar nuestras acciones a lo largo del tiempo con el fin de tomar decisiones consientes y éticas en todo momento. Además de los cambios culturales, sociales, políticos y económicos, la Contaduría cambia constantemente y considera nuevas variables al desempeño de esta, como es el caso de la reciente atención en los usuarios controladores.Sin embargo, considerar el Código de Ética Profesional y mantenerse actualizado no es suficiente; el desempeño de la labor contable debe estar acompañado de dos conceptos importantes: el pensamiento crítico y el escepticismo. Francisco Sánchez explicó que el pensamiento crítico permite mantener el juicio profesional y la independencia del contador, además de ser una herramienta invaluable para identificar fuentes fidedignas y validar datos. Por otra parte, ser escéptico no implica la desconfianza, sino una evaluación rigurosa que garantice la integridad de la información que debe gestionar el contador. La importancia de estos conceptos reside en que se comportan como pilares de la ética profesional y brindan al contador la capacidad de responder con diligencia a la confianza que los usuarios de la información financiera depositan en la profesión contable.En ese sentido, Sergio Sánchez compartió las consecuencias que tiene el no fomentar el pensamiento crítico y el escepticismo en la Contabilidad. Según lo planteado al inicio del curso, la profesión involucra a otros actores y debido a esto las decisiones del contador generan impacto en otras personas y sectores. Este impacto puede ser fácilmente identificable, como con las consecuencias legales o el daño a la reputación personal; pero también tiene afecciones a un nivel mayor, ya que puede afectar la confianza en la comunidad profesional.En suma, los expertos coincidieron en que el seguimiento del Código de Ética Profesional debe estar acompañado del pensamiento crítico y el escepticismo para procurar un actuar íntegro, transparente y responsable en la profesión contable.
Con el objetivo de exponer problemáticas de temas fiscales de actualidad y construir alternativas de solución en conjunto, en beneficio de todos los contribuyentes, el día 11 de marzo se llevó a cabo, en las instalaciones de la Procuraduría de la Defensa del Contribuyente (Prodecon), la segunda reunión con organizaciones, colegios y profesionales de la Contaduría Pública, auspiciada por la Prodecon.En dicha reunión, se tuvo la oportunidad de conocer al maestro Gilberto Camacho Botello como el nuevo procurador del ombudsman fiscal. El titular del Comité Ejecutivo 2024-2026, Adolfo Ramírez Fernández del Castillo, fue el encargado de hacer extensiva la bienvenida en nombre de los asociados del Colegio y agradecer este acercamiento en este segundo encuentro.Asimismo, Ramírez Fernández del Castillo externó algunos puntos de vista para crear puentes de sinergia con la Prodecon, entre los que destacaron el planteamiento de problemáticas de temas fiscales de actualidad y la construcción de alternativas de solución en conjunto, en beneficio de todos los contribuyentes, aprovechando la importancia que tiene el Colegio como la federada más importante del país.En este sentido, se tuvo la oportunidad de hablar de algunos temas como puntos de diferencia entre ingresos y retenciones detectadas, así como la reactivación de la cancelación de sellos digitales. Ante este enfoque, la Prodecon generó un puente de comunicación para atender los temas que se pusieron sobre la mesa.A la reunión asistieron, entre otras destacadas figuras del gremio contable, Iván Moguel Kuri, presidente de la comisión técnica Colegio-Prodecon, y Adrián Urbina Galicia, de la Comisión técnica Colegio-Prodecon.
Con un enfoque en las normativas internacionales y los nuevos retos que enfrenta la profesión, los auditores deben adaptarse a los cambios fiscales, las herramientas tecnológicas emergentes y los desafíos éticos, con el objetivo de garantizar una práctica más eficiente y responsable.En este contexto, el pasado 7 de marzo, el Colegio organizó el curso PIF 8: Requerimientos de competencia para profesionales de la auditoría. El evento, presentado por Néstor Hernández Vázquez y coordinado por Gustavo Arenas Ibarra, ambos miembros de la comisión de Educación del Colegio, abordó los desafíos y la evolución de la auditoría en tiempos de transformación normativa, tecnológica y ambiental.Entrando en tema, Hernández Vázquez habló sobre la necesidad de actualización constante para los profesionales de la auditoría, especialmente en lo que respecta a los pronunciamientos internacionales emitidos por el IFAC (Federación Internacional de Contadores). Según Hernández, “el IFAC, creado en 1977, agrupa a 183 organizaciones de 130 países y tiene como objetivo asegurar que los auditores mantengan altos estándares éticos y técnicos”. Esta red global garantiza que los auditores cuenten con el conocimiento necesario para cumplir con las normativas internacionales que regulan la auditoría y la contabilidad.El expositor subrayó la importancia de la capacitación profesional continua, particularmente en lo que respecta a los cambios normativos. “Desde la PIF 1 hasta la PIF 8, la formación de los auditores debe abarcar tanto competencias técnicas como éticas, lo cual implica una constante preparación en nuevas regulaciones”, explicó Hernández. Además, resaltó que la responsabilidad profesional de los auditores no solo abarca la calidad de su trabajo, sino que también exige un enfoque ético, ajustado a las normativas internacionales, como las contenidas en la NIA 220.Un punto particular de la presentación fue el concepto de “experto auditor”. Hernández destacó que, si bien el auditor principal es generalmente un contador público, existen situaciones donde es necesario contar con expertos de otras disciplinas, como el derecho tributario o la ingeniería. “Un buen ejemplo de esto es el cálculo del pasivo laboral, que requiere un actuario para realizar los cálculos actuariales. Los auditores deben recurrir a especialistas cuando se enfrentan a tareas fuera de su ámbito de conocimiento”, afirmó Hernández.Este enfoque multidisciplinario, explicó, resalta la importancia de contar con equipos diversos de profesionales capacitados, capaces de abordar diversas áreas técnicas que no están al alcance de todos los auditores.Asimismo, con respecto a la creciente importancia de los impuestos ecológicos y la sostenibilidad, que están comenzando a jugar un papel clave en la auditoría financiera, mencionó que, “los auditores deben estar preparados para enfrentar estos nuevos desafíos, especialmente en lo que respecta a la obligación de las empresas de reportar sobre su impacto ambiental, una regulación que se está incrementando en muchas partes del mundo”. Este cambio en el entorno empresarial representa una nueva dimensión en el trabajo de los auditores, quienes deben conocer y aplicar las normativas emergentes en sostenibilidad y medio ambiente.De igual forma, destacó que el uso de herramientas emergentes como la inteligencia artificial en la auditoría puede mejorar la eficiencia en el análisis de grandes volúmenes de datos. “El uso de la tecnología permite a los auditores centrar su atención en aspectos más estratégicos y técnicos, dejando las tareas repetitivas a las máquinas”, explicó. Es por ello que, a través de estas herramientas, los auditores tienen la capacidad de procesar información más rápidamente y con mayor precisión, lo que contribuye a una auditoría más rigurosa y eficiente.En cuanto a la ética y el juicio profesional, Hernández insistió en mantener altos estándares en la toma de decisiones. “El juicio profesional se desarrolla con la experiencia y el conocimiento adquirido, y debe ser evaluado de manera crítica. Este juicio, a su vez, debe estar fundamentado en principios éticos sólidos, especialmente cuando hay riesgos de que la objetividad del auditor se vea comprometida”, dijo.Además, subrayó que es crucial mantener una comunicación constante dentro de los equipos de auditoría para asegurar que todas las decisiones y juicios sean rigurosos y bien fundamentados.Finalmente, Néstor Hernández destacó la capacidad de los auditores para adaptarse a nuevos contextos, como los cambios fiscales derivados de la pandemia del COVID-19 y las regulaciones emergentes sobre las criptomonedas y el uso de los CFDI. “Los auditores deben estar preparados para afrontar desafíos como el tratamiento contable de las criptomonedas y las nuevas regulaciones fiscales que afectan a las empresas”, explicó.En este sentido, enfatizó que los auditores deben ir más allá de la superficialidad en su trabajo. “Es importante hacer las preguntas correctas y asegurarse de que la información obtenida sea precisa y relevante para las operaciones empresariales”, concluyó.